Las previsiones para las cosechas de patatas gallegas de este año eran realmente positivas en cuanto a cantidad y calidad. La sequía que tuvo lugar el año pasado tuvo en vilo a los agricultores puesto que sus cosechas estaban en peligro, pero, finalmente, la patata salió adelante en muy buenas condiciones. Fue una campaña fácil debido a la falta de humedad, lo cual imposibilitó la aparición de la principal amenaza para los patateros: el mildiu. Sin embargo, este año no ha habido tanta suerte y, debido a un potente mildiu, aproximadamente la mitad de la cosecha está en juego.
Los agricultores tenían claro que este año la cosecha sería tardía debido a que la siembra tuvo lugar casi un mes más tarde de lo habitual; esto no supondría ningún problema si no fuera por el mildiu que apareció más o menos a la mitad del ciclo.
Los agricultores gallegos comentan que necesitan una estrategia, una solución, ya que han invertido muchos esfuerzos en frenar la enfermedad, pero no cuentan con medidas de prevención. También los hay que opinan que las inversiones e investigaciones se encuentran a expensas de los criterios comerciales.
Lo que sí es cierto es que las acciones preventivas son muy escasas, es decir, solo se tratan las plagas y las enfermedades una vez que ya han sido detectadas, a pesar de que, en muchos casos, ya es demasiado tarde.
Cabe destacar que las pérdidas no son uniformes. Se calcula que las plantaciones más profesionales podrán salvar alrededor de un 80 % de su cosecha; sin embargo, aquellos que trabajan con métodos más tradicionales y que poseen menos conocimientos pueden llegar a perder hasta el 85 % de su plantación. Esto supone unos daños económicos terribles, no solo por la cantidad de patatas perdidas, sino también por los gastos fitosanitarios debidos al mildiu y al gusano banco, para el cual no hay tratamiento.
La gravedad de la situación no se reduce únicamente a las pérdidas que hemos mencionado, también supone un riesgo a la hora de la venta. Los grandes compradores siempre buscan cantidades homogéneas y unidades con un tamaño regular. Si estas condiciones contractuales no se cumplen, puede peligrar la relación comercial.
Si bien el grueso de la cosecha no comenzará a recogerse hasta finales de agosto, ya se sabe que los tubérculos no infectados serán de tamaño pequeño y con formas irregulares.
El problema que tienen los productores radica en la formación. Los cursos que se imparten sobre el uso de productos fitosanitarios son demasiado básicos y se centran casi únicamente en la autoprotección del usuario y en la correcta comprensión de las etiquetas de los productos, dejando de lado de forma prácticamente absoluta la detección y la identificación de plagas. A esto hay que sumarle la pérdida progresiva de la sabiduría popular, los conocimientos clásicos se han ido sustituyendo por prospectos de productos comerciales. Los técnicos afirman que la sabiduría tradicional se ha saltado una generación. Estas carencias afectan sobre todo a productores y asesores, que, al verse faltos de información sobre las enfermedades más comunes de la patata, se ven obligados a recurrir a textos en francés o inglés para suplir estas lagunas.
FUENTE: La Voz de Galicia